sábado

Carta a Don Manuel sobre el vacío

Hola Don Manuel, que tal.
Espero que al recibir esta carta se encuentre bien de salud, deseando que resuelva pronto los asuntos de su familia y trabajo que seguramente lo han mantenido muy ocupado.
Con todo y el calor que implica, por fin pude trasladarme a la zona desértica que me indicó. Lo bueno es que está a unos minutos del pueblo lo que me facilita el traslado diario. Todo ha resultado en una experiencia de los más interesante, la cual le paso a relatar enseguida.
El primer día llegué temprano de mañana, buscando un lugar de sombra para soportar el clima. Fácilmente encontré la sombra de un frondoso “palo verde” desde donde tuve una excelente vista del infinito y plano suelo árido. Antes de empezar, y con el fin de comparar, recordé la experiencia de hace unas semanas de “ver” con la luz del sol todo aquel paisaje tan frondoso, verde y opuesto al que ahora tenía enfrente. En aquel entonces era fácil empezar pues había infinidad de arboles de donde “agarrarse” y empezar el ejercicio, ¿pero aquí por dónde empezar?
Pasados ya varios días de estar aquí, en verdad le quiero agradecer la magnífica sugerencia de venir a “ver” este amplio valle desértico porque ¿de qué otra manera me hubiera dado cuenta de la existencia del vacío como lo hago ahora? Que diferente es este lugar con respecto al que estuvimos semanas atrás, y usted sabe que no me refiero a lo árido contra lo exuberante. Puedo decir ahora que el vacio es algo palpable, es algo que está presente, tiene existencia, que el vacio no solo existe como el resultado de ausencia, sino que el vacio a la vez influye a los elementos que lo delimitan, tiene méritos propios, y que estos elementos delimitadores lo reconocen. Llevo aquí ya mucho tiempo sentado en este último día, y le puedo decir que estoy viendo el vacio con el mismo asombro como cuando veo un amplio mar. Contrariamente a aquel verde lugar, aquí la luz del sol habla un lenguaje con un abecedario excesivamente reducido, y por eso mismo de una manera más clara, elegante y contundente, sin caberme la menor duda que el vacio está compuesto también por fuerzas que no son de esta tierra pero armonizan naturalmente con la misma. Ahora estoy esperando la primera oportunidad que se presente para viajar al sur para estudiar los vacios que forman las plazas prehispánicas que me sugirió y que de alguna manera ya había empezado a ver en los vestigios que visité en Cholula.
Pues esto es, pocas palabras pero creo que con mucha sustancia, de lo que vi por acá en el desierto, espero que con esto conteste a su petición de tenerlo informado. Aparte, aprovecho para decirle que ya tengo una idea mas acabada sobre lo que platicamos de astronomía y arquitectura. Espero verlo pronto para hablarle de esto, o si se tarda en regresar le vuelvo a escribir con un resumen. Se cuida y reciba saludos.

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Carta a Don Manuel sobre el vacío

Hola Don Manuel, que tal.
Espero que al recibir esta carta se encuentre bien de salud, deseando que resuelva pronto los asuntos de su familia y trabajo que seguramente lo han mantenido muy ocupado.
Con todo y el calor que implica, por fin pude trasladarme a la zona desértica que me indicó. Lo bueno es que está a unos minutos del pueblo lo que me facilita el traslado diario. Todo ha resultado en una experiencia de los más interesante, la cual le paso a relatar enseguida.
El primer día llegué temprano de mañana, buscando un lugar de sombra para soportar el clima. Fácilmente encontré la sombra de un frondoso “palo verde” desde donde tuve una excelente vista del infinito y plano suelo árido. Antes de empezar, y con el fin de comparar, recordé la experiencia de hace unas semanas de “ver” con la luz del sol todo aquel paisaje tan frondoso, verde y opuesto al que ahora tenía enfrente. En aquel entonces era fácil empezar pues había infinidad de arboles de donde “agarrarse” y empezar el ejercicio, ¿pero aquí por dónde empezar?
Pasados ya varios días de estar aquí, en verdad le quiero agradecer la magnífica sugerencia de venir a “ver” este amplio valle desértico porque ¿de qué otra manera me hubiera dado cuenta de la existencia del vacío como lo hago ahora? Que diferente es este lugar con respecto al que estuvimos semanas atrás, y usted sabe que no me refiero a lo árido contra lo exuberante. Puedo decir ahora que el vacio es algo palpable, es algo que está presente, tiene existencia, que el vacio no solo existe como el resultado de ausencia, sino que el vacio a la vez influye a los elementos que lo delimitan, tiene méritos propios, y que estos elementos delimitadores lo reconocen. Llevo aquí ya mucho tiempo sentado en este último día, y le puedo decir que estoy viendo el vacio con el mismo asombro como cuando veo un amplio mar. Contrariamente a aquel verde lugar, aquí la luz del sol habla un lenguaje con un abecedario excesivamente reducido, y por eso mismo de una manera más clara, elegante y contundente, sin caberme la menor duda que el vacio está compuesto también por fuerzas que no son de esta tierra pero armonizan naturalmente con la misma. Ahora estoy esperando la primera oportunidad que se presente para viajar al sur para estudiar los vacios que forman las plazas prehispánicas que me sugirió y que de alguna manera ya había empezado a ver en los vestigios que visité en Cholula.
Pues esto es, pocas palabras pero creo que con mucha sustancia, de lo que vi por acá en el desierto, espero que con esto conteste a su petición de tenerlo informado. Aparte, aprovecho para decirle que ya tengo una idea mas acabada sobre lo que platicamos de astronomía y arquitectura. Espero verlo pronto para hablarle de esto, o si se tarda en regresar le vuelvo a escribir con un resumen. Se cuida y reciba saludos.

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